La noche…
La noche me escupió a la cara tus recuerdos… toco a mi
puerta la tristeza y el dolor que habita conmigo la dejo entrar… aquí estamos otra
vez, temeroso de descender al
infierno con paso lento cual
costal de huesos… y el corazón dejando de bombear lentamente…
Es inusual que el silencio sea cómplice de la noche y de
como este se burla de mis llantos y reclamos, irónica agonía de fantasmales
recuerdos que acechan como queriendo causar miedo…
Temeroso al caer al abismo aquel que está repleto de varios
te quiero y miles de besos muertos, sepultados en cóncavos cementerios rodeados
de flores marchitas y olores putrefactos…
La noche me seduce cual serpiente venenosa, y va
arrastrándose cavilosamente con esos colmillos retráctiles apunto de inyectar
su veneno que va matando lentamente que te paraliza que duele…
Arrastro cadenas que me van develando la tiranía del dolor…
ese sonido que quiebran mis dientes, que revientan mis oídos que me arrastra a
la condena del recuerdo… y mis manos no se sienten solas ya que la soledad me
tomo de la mano y entrelazo sus dedos hundiéndome las uñas del dolor, de la
tristeza y la melancolía…
La noche me llena de nostalgia y me va empujando a ese
abismo donde nunca salí… ese infierno donde mis demonios son tus recuerdos que
me van azotando látigos de dolor… arrancarme la vida quisiera… pero sé que aun
al estar muerto… la noche me habría vencido una vez más…
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