lunes, 8 de septiembre de 2014


La noche…

La noche me escupió a la cara tus recuerdos… toco a mi puerta la tristeza y el dolor que habita conmigo la dejo entrar… aquí estamos otra vez, temeroso de descender al  infierno  con paso lento cual costal de huesos… y el corazón dejando de bombear lentamente…

Es inusual que el silencio sea cómplice de la noche y de como este se burla de mis llantos y reclamos, irónica agonía de fantasmales recuerdos que acechan como queriendo causar miedo…

Temeroso al caer al abismo aquel que está repleto de varios te quiero y miles de besos muertos, sepultados en cóncavos cementerios rodeados de flores marchitas y olores putrefactos…

La noche me seduce cual serpiente venenosa, y va arrastrándose cavilosamente con esos colmillos retráctiles apunto de inyectar su veneno que va matando lentamente que te paraliza que duele…

Arrastro cadenas que me van develando la tiranía del dolor… ese sonido que quiebran mis dientes, que revientan mis oídos que me arrastra a la condena del recuerdo… y mis manos no se sienten solas ya que la soledad me tomo de la mano y entrelazo sus dedos hundiéndome las uñas del dolor, de la tristeza y la melancolía…


La noche me llena de nostalgia y me va empujando a ese abismo donde nunca salí… ese infierno donde mis demonios son tus recuerdos que me van azotando látigos de dolor… arrancarme la vida quisiera… pero sé que aun al estar muerto… la noche me habría vencido una vez más…  

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