domingo, 20 de abril de 2014

Tan oscuro...

Tan oscuro como los pétalos de la noche… tan tenebroso como la propia soledad… me levanto de mi lecho de muerte,  cual resucitado del dolor para volver a recorrer mi vía crucis, ser rechazado negado y olvidado… donde mi camino es  un manto de espinas…  me arrogo al vacío de la noche a esa soledad interminable…

Tan oscuro como el vacío… como las noches en pleno invierno, la noche arrebato mis lamentos y los puso frente a mí como burla a mi dolor… la noche me enfrenta y me reta,  atropella mis sentidos,   me hunde en un charco putrefacto, pestilente… 

Tan oscuro como la muerte misma… la noche pidió su refugio en la intimida del infierno… desatando un descontrol del temor de la nostalgia… hasta los demonios que habitan en mí se revuelcan  de dolor…  tomo un pétalo y me cubro como mato, ese manto oscuro, donde mi alma vaga… donde mi mente corrompida me seduce,  se embriaga  con mis lamentos y acaba su paso en cada gemido de mi último aliento… en el dolor… 

Tan oscuro como ese túnel interminable como la boca del diablo… como ese paseo tenebroso de la desolación… como un engendro masticado y escupido… vomitado como sustancia oscura… como el dolor inagotable de pensar en alguien amar y ser despreciado… agotar cada palabra y convertir lágrimas en sangre… 

Tan oscuro como el dolor… como una sonrisa apagada como un escrito sin remitente, como palabras enviadas al vacío, como desgastar el corazón y desgarrarlo del pecho… como incitar al cerebro a forzar ideas afines al dolor… como cambiar una palabra un beso por la negación… por el desconsuelo… 

Tan oscuro que me llegó la hora de volver a mi lecho, de revolcarme con mis ideas de muerte,  con ese miedo de no despertar mañana… de abrir los ojos y no ver nada, de encontrarme con la muerte o despertar con el fuego ardiente del infierno… quemándome la piel… y ver mi alma difuminándose como humo… como aire con olor a azufre…  y pestilente… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario